lunes, 15 de abril de 2013

Cuando la mentira se convierte en escudo, los soldados acaban desnudos


El amplio refranero español siempre nos invita a usar la sabiduría popular para resumir una situación. Por ello, en esta ocasión comenzaremos esta réplica de un modo certero y descriptivo: "la mentira tiene las patas muy cortas". Y añadimos; si la mentira se convierte en escudo, los soldados acaban rápidamente desnudos. 
Y el señor Manuel Sosa -responsable de Izquierda Unida en nuestra ciudad- miente descaradamente o es demasiado ingenuo y se traga las mentiras de sus muchachos. De cualquiera forma, sus militantes quedarán desnudos.

Leemos con cierta dosis de incredulidad la noticia aparecida en el Periódico de Extremadura:
El texto, cargado de datos inexactos, narra unos supuestos hechos acontecidos la madrugada del viernes al sábado. Siempre si tenemos en cuenta las palabras de Sosa, porque la segunda versión que el periodista recaba no coincide con los datos aportados por el dirigente izquierdista. Hay que destacar, llegados a este punto, la profesionalidad del redactor, que siempre cuenta los hechos introduciéndolos desde un punto de vista neutral y aséptico: “según relató Sosa” o “según Sosa”. Nuestra crítica, por tanto, no va dirigida hacia él.
El portavoz de IU asegura que “un grupo de nazis” se presentó en la Plaza Alta y comenzó a “increpar” a dos jóvenes vigilantes y a destrozar la cartelería. Nuestra versión -e imaginamos que también la de la Policía Nacional- es bien diferente.
Comencemos por el origen del problema. Un grupo formado por 5 militantes del MSR (partido político LEGAL, no está de más recordarlo) se desplaza al centro de la ciudad para repartir panfletos informativos y colocar adhesivos, práctica habitual en nuestra organización. Tras avanzar desde la Plaza de España y volver hacia atrás para pasar por otras calles, observamos como nuestra propaganda es arrancada y en su lugar aparecen carteles del Partido Comunista y de las Juventudes Comunistas, núcleos integrados en IU. Al estar la cola fresca, entendemos que el grupo que arranca nuestros carteles debe estar por allí.
No le damos demasiada importancia a ese hecho y continuamos nuestra labor llegando a la Plaza Alta. Al encontrar en dicho lugar carteles exactamente iguales a los que habían tapado nuestra propaganda, los retiramos y los tiramos a la basura (para no ensuciar ese rincón tan representativo de nuestra ciudad). Al escuchar quejas de un grupo de otras 5 personas (dos parejas jóvenes y un hombre de mediana edad) nos acercamos a ellos y se inicia una discusión. Nosotros les explicamos que, de manera opuesta a ellos, nuestro partido no recibe subvenciones del estado y de la banca, y que cada pegatina o cartel que nos arrancan nos “cuesta dinero”.
Las personas que estaban junto a la barra nos explican que no tienen nada que ver con Izquierda Unida, que simplemente están allí para vigilar la barra y que de hecho podíamos arrancar los carteles que nos apeteciese. Se les pide disculpas por el error -hablando se entiende la gente- se les da la mano y continuamos nuestra marcha. Cuando nos estamos marchando de la Plaza Alta, aparece una pareja de la Policía Nacional, a la que llamó al inicio de la discusión el hombre que vigilaba la barra. Tras explicarles que todo estaba solucionado, que no había habido ningún tipo de agresión ni amenaza por ninguna de las partes, y después de admitir que se habían arrancado algunos carteles de papel colocados en los arcos de la Plaza (algo PROHIBIDO por el Ayuntamiento) los policías, amablemente, nos permiten continuar.
Conclusiones:
  • Los supuestos militantes de Izquierda Unida arrancaron primero nuestros carteles.
  • No hubo ningún “ataque” de neonazis nocturno y alevoso, sino una simple contestación de cinco personas normales y corrientes ante una provocación previa.
  • En ningún momento se cometió -por ninguna de las dos partes, todo sea dicho- ningún delito o falta, pues arrancar carteles propagandísticos no está penado por ninguna ley.
  • No se amenazó a nadie y tampoco la policía impidió ninguna agresión; los que participamos en la discusión nos habíamos dado la mano minutos antes de que llegaran los agentes.
  • Los “vigilantes” de la barra no eran vigilantes de seguridad (¿sabrá Sosa lo que es el intrusismo laboral?) ni eran militantes de la organización. Curioso colectivo de izquierdas que -por lo que nos dieron a entender los muchachos- contrata SIN DAR DE ALTA a varios chavales para proteger una instalación que dará servicio a una actividad política. ¿No tienen sus militantes voluntad para mantener la vigilia?
  • La publicidad gratuita que busca IU puede salirle cara a Manuel Sosa si continúa injuriando a nuestro partido -legal, insistimos, y sin ningún tipo de problema con la justicia desde que se creó la delegación en Badajoz-.
Frente a estos mentirosos soldados sin escudos que se debaten entre la hipócrita reivindicación de libertad de expresión y la intolerancia estalinista, nuestros militantes sabrán plantar cara, judicialmente y donde se les requiera, para hacer honor a la verdad y defender la idea. Somos idealistas, no vividores. Somos revolucionarios, no políticos profesionales. 
Ladran, luego cabalgamos...
¡Contra la criminalización del patriotismo social, ni un paso atrás!
MSR Badajoz

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