
Las piernas pesan más. El corazón
late más lento. Los ojos no quieren abrirse. Los años empiezan a
pesar... Hoy.
La fruta se pudre antes de madurar. Los
niños dejan de ser niños. Las madres lloran en un rincón. La
tierra se agrieta a nuestro paso.... Hoy.
Maldecimos, lloramos, agachamos la
cabeza, escupimos, gritamos. El mundo se puede parar, a nosotros nos
da igual... Hoy.
Hoy, que tú no estás con nosotros.
Pero mañana, el sol empezará a
brillar con fuerza. El viento se tornará huracán. Las flores se
transformarán en explosiones de color. El ruido de nuestros pasos
romperá el fúnebre silencio.
Mañana empezaremos a sentirnos
jóvenes; nuestros corazones se desbocarán. Nuestras miradas serán
de fuego. La energía recorrerá nuestros cuerpos.
Mañana comeremos fruta madura en tu
honor, mañana los niños volverán a reir y las madres velarán sus
sueños de infancia.
Mañana, la tierra vibrará saludando
nuestra marcha decidida.
Mañana cantaremos, te recordaremos,
levantaremos la cabeza y miraremos al cielo, reiremos juntos. Mañana volveremos a vivir
peligrosamente, a hablar de revolución.
Mañana resonarán tus palabras, mañana
acariciaremos el futuro que dimos por perdido.
Mañana estarás con nosotros, a la
cabeza de nuestras columnas, en nuestras escrituras, en nuestros
estandartes, en nuestros puños, en nuestros pechos.
Mañana, cuando nos acerquemos a la
victoria final, volveremos a ver tu bella sonrisa, esa sonrisa que
ya dábamos por perdida.
Mañana, cuando lancemos una vez más
el reto a las estrellas, cuando demos el golpe de gracia al viejo
mundo, cuando los dioses nos teman y la semilla de tu ejemplo se
convierta en un árbol sagrado, robusto e inmortal... mañana,
querido hermano, amigo, camarada, te dedicaremos nuestro triunfo.
Luis Donday García: ¡Presente!
¡No parar hasta conquistar!
Francisco Calderón
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